lunes, 7 de junio de 2010

EL OPUS DEI SE TOMA LA IGLESIA CHILENA

En el curso del próximo mes se producirá un momento clave, que impactará a por años: la designación del nuevo Arzobispo de Santiago. En 2008 el Cardenal Francisco Javier Errázuriz cumplió 75 años y reglamentariamente presentó su renuncia al Vaticano. Ya han pasado casi dos años y la elección presidencial ha despejado el panorama político, por lo que el Papa Benedicto XVI se aprestaría a hacer su anuncio. Se trata de una elección muy particular, ya que oficialmente no se conoce el nombre de los candidatos, tampoco se permite que se hagan campañas o debates públicos y sólo vota un elector: el Papa. Sin embargo, en la realidad esto no es tan así. El Mercurio se ha encargado de deslizar tres nombres y las disputas y tensiones al interior de la Iglesia parecen cada vez más ásperas. Los “candidatos” que han salido al ruedo son tres: el actual presidente de la Conferencia Episcopal Alejandro Goic, el Arzobispo de Concepción, el salesiano Ricardo Azzati y el obispo de San Bernardo Juan Ignacio González Errázuriz, miembro del Opus Dei. La clave de la designación papal pasa por el informe que elabore el nuncio apostólico Giuseppe Pinto, pero es evidente que los actores y las presiones que envuelven esta elección involucran un innumerable conjunto de intereses cruzados entre el gobierno, los grupos empresariales, y las tendencias intra-eclesiales. La Iglesia Católica ya no es lo que era. Si bien la confianza de la opinión pública en la jerarquía de la Iglesia no deja de caer encuesta tras encuesta, eso no debería hacer olvidar que la Iglesia sigue conservando su poder institucional, económico y político prácticamente intacto. El episcopado chileno está acostumbrado a ejercer un poder de veto, activo o pasivo, a las transformaciones que propone la ciudadanía. Basta un telefonazo de un Obispo para que se implemente una ley, se paralice una política pública o se destrabe una negociación sindical, situación que han experimentado con frecuencia los gobiernos en los años recientes. La designación de nuevo Arzobispo será crucial, ya que determinará cómo se resolverá la relación entre el Estado y la Iglesia en temas sensibles. Si el elegido es el Obispo de Rancagua Alejandro Goic se trataría de una situación inesperada y excepcionalísima. Aunque Goic fue ordenado obispo por Juan Pablo II en 1979, su teología y su práctica pastoral lo sitúan como uno de los últimos obispos “montinianos”. Se trata de los pastores que han buscado institucionalizar el Concilio Vaticano II, en el espíritu del Papa Paulo VI. Por ello Goic se ha preocupado de dialogar con todos los sectores políticos y culturales, y mantener una preocupación por temas relevantes de la sociedad. Su intervención a favor de implementar un sueldo ético en 2007 le llevó a enfrentar las críticas de la derecha, a la que respondió: "No soy economista, pero en el contacto con la gente, percibo los dramas de los más pobres y me hago eco de sus sentimientos". Si es el elegido podría recuperar algo del prestigio y respetabilidad de la Iglesia Católica en el mundo progresista y popular, pero ningún analista cree seriamente que Benedicto XVI opte por él. Ricardo Ezzati sería una figura de continuidad directa del actual Cardenal. De hecho, entre 1991 y 1996 trabajó como colaborador de Mons. Francisco Javier Erráruziz, en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, en Roma. Una vez que Errázuriz volvió a Chile, Ezzati ejerció como obispo auxiliar de Santiago entre 2001 y 2006. Luego fue designado Arzobispo de Concepción. Este estrecho vínculo biográfico con el actual Arzobispo, su edad adecuada, su conocimiento directo de la Arquidiócesis de Santiago y su propio peso en el episcopado nacional lo hacían hasta hace pocos meses el candidato lógico en esta sucesión. Sin embargo, diversos elementos han alejado esta posibilidad. Ha trascendido que podría ser designado interventor de los Legionarios de Cristo, con el encargo de refundar la congregación iniciada por el pederasta Marcial Maciel. Otro factor que ha afectado las posibilidades de Ezzati ha sido el estallido del caso Karadima. En 2005 el entonces obispo auxiliar de Santiago recibió una denuncia por abusos sexuales en contra del párroco del Sagrado Corazón de el Bosque, a través de una carta firmada por el ex novicio jesuita Juan Andrés Murillo. En ella el denunciante afirma que fue víctima de acoso e intentos de abuso sexual cuando tenía entre 18 y 20 años. Aunque Ezzati ha afirmado que se reunió con él y le indicó el camino para que hiciera la denuncia, los hechos han mostrado que la investigación canónica se estancó por años. En la revista Mensaje de este mes Murillo criticó el accionar de la Iglesia de Santiago afirmando: "Encubrir la realidad (abusos) para defender a la institución es un error en todos los planos, un error que puede constituir un crimen tan grave como el abuso mismo, puesto que acepta y legitima lo inaceptable". Y agregó: "no se han adoptado las medidas necesarias para detener estas agresiones contra menores de edad o jóvenes, ni tampoco para ayudar a las personas afectadas". Es indudable que Ezatti ha quedado en entredicho. Por este motivo se ha fortalecido la opción de Juan Ignacio González Errázuriz, numerario del Opus Dei, abogado, capitán de Carabineros en retiro y una de las voces más integristas de la Iglesia chilena. Proveniente de una familia terrateniente, con vínculos clericales excepcionales, su bisabuelo fue el Arzobispo de Santiago durante la celebración del primer centenario: Juan Ignacio González Eyzaguirre (1908-1918). La familia González Errázuriz mantiene una antigua amistad con el cardenal Jorge Medina Estévez, de gran influencia vaticana. Esta cercanía es tal que desde niño el obispo de San Bernardo se refiere a Medina como su "tío”. Mons. González ingresó como numerario del Opus Dei en el significativo año de 1973. Estudió Derecho en la Universidad Católica. Entre 1980 y 1990 fue abogado de la Dirección del Personal de la misma institución policial. En ese período Carabineros se vio involucrado cotidianamente en gravísimas violaciones a los derechos humanos. Muchas de las víctimas estaban ligadas a la Iglesia Católica: por ejemplo el sociólogo José Manuel Parada trabajaba en la Vicaría de la Solidaridad cuando fue degollado en 1985. En 1994 el juez Milton Juica dictó 15 sentencias, entre ellas cinco cadenas perpetuas, contra oficiales y suboficiales de Carabineros. ¿Participó González Errázuriz en la defensa de estos oficiales? ¿Qué rol le cupo en los ataques que el régimen militar implementó en contra de sacerdotes, religiosas y agentes pastorales de la Iglesia de Santiago? Son preguntas que el obispo González debería responder a la ciudadanía con claridad. Partidario acérrimo de Augusto Pinochet, González Errázuriz, a fines de los '80 fue enviado en "comisión de servicio" a la oficina que dirigía Andrés Rillón en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia, centro estratégico de las políticas del régimen militar. Allí se manejaba información diaria y precisa de lo que hacían los servicios de seguridad (Carabineros, Investigaciones y CNI). El equipo lo encabezaba el general Jorge Ballerino y el general Carlos Molina Johnson. En esa época también fue miembro del directorio del diario La Nación. En 1990, junto con cambio político el capitán González fue llamado a Roma para ser sacerdote del Opus Dei. Volvió en 1993 doctorado en Derecho Canónico. Con extraordinaria rapidez, para tan corta carrera clerical, fue ordenado Obispo de San Bernardo en 2003. Si es nombrado Arzobispo de Santiago al poco tiempo después, como indica la tradición, se le “creará” cardenal. Ya que sólo tiene 54 años, es posible prever que ejercerá un mandato de al menos 21 años, lo que le dará el tiempo suficiente para dejar una profunda huella en la Iglesia de Santiago y de Chile. ¿Pero, podrá un hombre con este perfil, restaurar la credibilidad del catolicismo chileno?


(ARTÍCULO PUBLICADO EN DIARIOUNO, SANTIAGO, 23 DE MAYO 2010)

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